¿Para que?
Puedo reconocer profundamente que atribuir al Misterio aquellas vivencias inexplicable es una herramienta vetusta en mi actual estar.
Una inteligente, atractiva, útil y fútil excusa con la que he dado caricia a la sensación de vacío racional que arrasa frente al pregnante Ahora.
No hay misterio.
Somos a cada instante aquello que ocultamos detrás de él.
Cuando pensamos en misterio, nos vamos del presente, el único instante donde nos develamos sensacionalmente.
El Misterio es la idea placebo que sirve nombrar para calmarnos cuando sentimos la intensidad de la incertidumbre, la ignorancia del momento presente: microexplosiones de existencia cada una singularmente ocurriendo, operando en forma colectiva, a tiempo perfecto.
Somos el misterio sucediendo.
No nos necesitamos explicar.
izēki • amoracción
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