Tenemos la facultad de matar,
igual que un volcán, o que un huracán,
de quitar vida física, de dejarnos pasar.
Podemos tener tanto miedo de ella
que atormenta la culpa de dejar morir una idea, suicidar un pensamiento.
Cuando dejemos morir los pensamientos que ahora nos distraen del ahora mismo vamos a dar paz a morir, a que otros mueran, a quitarnos la vida o a que otros lo hagan.
Es, en las reglas de este juego, saber que un@ tiene la libertad absoluta de quedarse hasta el final o retirarse cuando guste.
Hoy día podemos jugar con la naturaleza y la multihumanidad y adquirir una pastilla de preparados magistrales que nos acompañen con placer y sin dolor a otro lugar en donde, quizás, el cuerpo no opere.
¿Qué atormenta entonces?
¿Cuáles son las ideas que forman decidir vivir sufriendo?
¿Para qué?
El por qué no me interesa.
La justificación puede ser cualquiera y desarrollada con implacable inteligencia.
“El misterio” ya no es justificación de nada en mi mirada del mundo.
¿Para qué decidimos entonces no quitarnos la vida?
Tenés la facultad de matar.
Decidí libre si la vas a contemplar, si la vas a usar o no.
Sé 100% vos, decidas la barbaridad más nefasta o la más calma acción.
Total, si no te gusta,
si te cansaste,
si ves otra cosa diferente al resto,
si simplemente querés ver qué onda por diversión,
te podés quitar la vida a tu tiempo
y no esperar que el juego termine con vos.
Vale vivir también, pero recordemos que la facultad de vivir se acaba con la muerte, y esta última, está a la orden del presente.
Que cada quién sea, o no, a su forma y tiempo.
Facultad de matar es facultad de decidir en libertad.
¿Para qué decidís estar viviendo?
¿Para qué no te matás?
Claro que sí.
Estoy hablando de propósito, a propósito,
y de todo lo otro que cada quién interprete.
Yo decido vivir para pasarlo bien, entusiasmándonos y habilitándonos.
Al fin y al cabo la muerte es una idea, al menos, hasta experimentarla.
Bienvenida la muerte de las ideas.
Bienvenido el juego
Bienvenid@ vos.
izēki • muerte
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